lunes, 21 de abril de 2008

Ejercicio

Un cuentito de bolsiYo:

Buscando, rebelde, se hallaba Marina, cuando vió que enfrente suyo habitaba un alma desolada o desollada: el alma satírica de aquella monstruosidad que parecía mirarla donde quiera que pusiera ella misma su mirada; los ritos de cada día se mezclaban con el sudor de su frente y su pan de cada día. Mas no hay proverbio o cita bíblica capaz de arrancarla de su sopor: el auténtico contemplar en ella siempre provino más de una cuestión anafórica que por seguir los pasos de generaciones anteriores. Siempre, siempre, siempre caía pero jamás, nunca, si una sola vez, contaba los daños colaterales. todo o nada, arriesgaba lo que fuere por conquistar, por unos segundos, la gloria y dolor de ser ella.

Un cuentitito de bolsiYo II:

Sabiendo, a medias, la verdad , conociendo, a tientas, el futuro, el hombrecito de capa celeste buscaba una respuesta a la eterna pregunta de ¿De dónde salen las palabras cuando pasan por el suelo?

(...)La saturación llega a exasperar al ser humano al punto tal de que
cualquier cosa, por mínima que pueda llegar a ser, engendrará en el susodicho constipado de incomodidades una vileza tal, que nada ni nadie>hará posible salir del encuentro fortuito de dos ánimas en pena.(...)

(...)cada sensación merece ubicarse en un abismo indirecto del presente: luego el pasado se dedica a reciclarlos para que el futuro comprenda el alguna vez haber sido (...)

(...)sintetizando dos cosas me encontraba en el medio: el amor como pasaje y la sonrisa como barco(...)














Mañana me dejo de huevadas y publico otra reflexión acerca de un fragmento de Protópolos porque lo extraño (?)

miércoles, 16 de abril de 2008

Breve icario

Nace un hombre con cabeza de toro. Dédalo construye el laberinto. El toro es encerrado en el laberinto. El artífice, en una torre junto a su hijo...

Pero Dédalo no se deja vencer fácil. Dédalo es observador cauto de la naturaleza, y lo que ella no le dió por sí misma, él es capaz de crearselo para él y su hijo. Y si volar es el único escape, pues bien: contruye, esta vez, dos pares de alas de cera y plumas...

El agua, abajo; el sol arriba, y Minos en todos lados. Pero padre e hijo se lanzan al aire.

Ícaro, no bajes demasiado: el agua dañará tus alas... Ícaro, no subas en exceso: el calor derretirá tus alas.

Pero el cielo, el firmamento, es demasiado bello como para no querer acercarse. Y el sol es fuerte, y el jóven Ícaro es débil. Y el mar.

Acaso Ícaro soñó lo que siglos después -siglos y siglos después, en tiempos del logos- un filósofo ateniense sostuvo en relación a la realidad supraceleste.

Acaso intuyó que el cuerpo necesita las alas que alguna vez el alma tuvo para elevarse y así girar eternamente en torno a la verdad.

Acaso no fue temeridad, o imprudencia, sino soberbia...

Y si para ser divino es necesario despojarse de la vestidura carnal, material, mortal, pues que así sea. Porque el cuerpo le pesaba, necesitó desecharlo.

Tal vez siga en el fondo del mar. Y, si no me equivoco, todavía alado.

jueves, 10 de abril de 2008

Frutas mecanizadas


Hace como cuatro años, charlando con mi viejo me parece que acerca de una nota en la cual se decía que el lenguaje se iba reduciendo a causa del chat y que se yo - a lo que mi viejo respondía que de ningún modo, que es ampliación del lenguaje, que se han creado muchos neologismos hermosos mediante el lenguaje informático, y hablaba de la belleza creadora de la lengua, y yo escuchaba embelezada porque eso también me gusta mucho-, me dió el ejemplo de este libro del escritor británico Anthony Burgess, hablandome acerca de su particular lenguaje creado a partir del ruso. Por supuesto conocía de nombre la película, pero a partir de ese día me dieron tantas ganas de leerlo que lo saqué de la biblioteca. Y lo leí. y Ví la película. Y después, obviamente, me lo compré. Y los recomendé a todo el mundo (pero con la lectura previa, porque la película omite partes importantes, aunque está muy,muy bien lograda, muy buena).

Y me pareció brillante, por muchas razones. El lenguaje es una de ellas. En el libro, los personajes mezclan el lenguaje original ( el inglés), con el Nadsat (que es un pastiche formado por palabras rusas y, por lo que leí después, una jerga inglesa, el Cockney). Disfruté mucho leyendo el libro y tratando de descifrar a qué se refería con ciertos términos (cuando pone cosas como "le pegué con la ruca -mano/puño- en la rota -boca- de la que seguían saliendo palabras", es obvio, pero cuando saltaba con cosas descontextualizadas como "debochcas"- o algo asi- tenía que pispear el glosario...).
Otra de las razones es la historia en si: estos pibes violentos que van a romper todo, este capo de la pandilla, Alex, que es apresado, y con el cual prueban un novedoso método científico de control de las personas, para evitar que se siga viviendo en una sociedad descontrolada...

Bueno, en ese desarrollo del relato, hay un elemento casi imperceptible- por lo menos en la película, a mi entender, si bien no se omite, tampoco se destaca- y se trata de la cuestión del libre albedrío. ( STOP: al que no lo leyó y le gustan las sorpresas, no siga, porque voy de lleno al argumento).

Alex es un adolescente cuya diversión consiste en salir con sus amigotes, violar a alguna chica en el camino, enfrentarse con otra pandilla, pegar a algun viejo hasta matarlo, etc. En una de sus andanzas es traicionado por sus amigos y encerrado en la cárcel, donde es víctima de un procedimiento experimental, llamado "Método de Ludovico", que consiste en un tratamiento que tiene como fin que el individuo no pueda físicamente hacer daño (al pensar en lastimar al otro, empieza a sentir náuseas hasta el punto de no poder moverse). El gran planteo ético-moral de todo esto es justamente el hecho de que la capacidad de obrar bien del hombre esté supeditada a este proceso, de modo que la consideración hacia el otro no es más que un proceso artificial... Si hago mal al otro me duele a mí físicamente, asi que, no lo hago más, no por reconocer al OTRO en tanto UNO, sino porque ese OTRO, ese estorbo, no es eliminable porque esto me perjudicaría a mí. Estar mecanizados con el Yo individual de cada uno, sin reconocerse parte de un TODO en el que uno habita; de eso habla Burgess en esta novela.

Y esto en definitiva es lo que estamos viviendo hoy en día, en mayor o menor medida: si prendemos la tele, vemos adolescentes- y no adolescentes, por supuesto- cometiendo mas o menos los mismos delitos, solamente que en vez de palabras rusas como ruca o rota, decimos compact disc, shopping, top, mail, etc. (tal vez Burgess imaginaba una Guerra Fría ganada por Rusia; tal vez si ella fuera la potencia actual hablaríamos hoy mas o menos como Alex, pero todo esto lo digo sobre la base de nada, porque poco conozco sobre el tema y no soy entendida de política). Hay toda una literatura inglesa escrita en los períodos de las guerras (1º y 2º y Rusa, las Civiles, etc.) de la mano de Huxley y su Mundo Feliz, o el mismo Orwell y su 1984. Son relatos distópicos escritos bajo la sombra del horror de la época. Y lo peor es que, en algunos aspectos, se van cumpliendo. Porque, vamos, no me van a decir que los medios de comunicación actuales, todos comprados, que muestran lo que el poder quiere, no son la réplica exacta del Ministerio de la Verdad del amigo Orwell.

Ser fruta mecanizada, ser una auténtica Naranja Mecánica es actuar bajo los mismos parámetros que rigen en estas tres novelas: el automatismo. Y si a mi la gente me mira como si fuera una perfecta idiota cuando pido, en el tren, colectivo y subte, : "Hola, un peso por favor, muchas gracias, chau" con una sonrisa -aunque la caja loca del tren no me deje ver si estoy hablando con alguien o no- mientras que el resto se limite al "un peso " a secas, es porque están totalmente acostumbrados a tratar con la nada. Bueno, con esa nada yo trato todos los días y déjenme decirles que la nada tiene muy buen humor y muy buenos modales y muy buena onda y respeto, sí y solo sí recibe lo mismo. Sí y solo sí se lo reconoce como persona. Y no como fruta. El cambio de distopía a utopía -logicamente imposible pero, paradójicamente, alcanzable en una medida más concreta, más real, con imperfecciones- empieza con algo tan sencillo como eso. Muchas Gracias. Chau.



martes, 8 de abril de 2008

Tren

Sauna del oeste, efectivo eufemismo. Partes de todo y todo a las partes, instantes, presiones, congestionamiento. Y al fin me encuentro. Mirar, mirar: la vista es protección. Embarazadas, discapacitados y ancianos. El resto en igualdad de condiciones. Odios repentinos, broncas, comprensión global de la superpoblación mundial y por el amor de Dios respirá para el otro lado, aire, oxígeno, éter, algo... Juego, juguemos. Armemos el reino. Veo al rey, la señora podría ser la cocinera, ahí está la princesa. No. Hoy no hay buen reparto. Una parada. Decadencia, cadencia, quetrén, quetrén. Con suerte un pedazo de ventana, con suerte un rayito de luz. Casas, ladrillo feo, ladrillo lindo, mucho naranja. Me gustan los ladrillos. Me gustan las ventanas. Techo 'e chapa. Leer imposible, yoga, tal vez. Elevarse al más allá y bucear en las profundidades del yo, psé... depende qué tan baja ande la presión. ¿Te debo algo? ah, me parecía. Papelitos de todas las edades y tamaños... Muchas ideas, muchas, pero, ¡ah! imposible llegar al lápiz y ni te digo la agenda. Pies, manos, un tatuaje, una cartera en el medio de la espalda. Leyes físicas normalente indestructibles puestas a prueba a cada momento. Y de la metafísica ni te cuento, porque, según se dice, no se puede ser y no ser al mismo tiempo bajo el mismo aspecto. Bueno, parece que casi nunca. Pero nunca, nunca, no. La metafora trillada del agro ya no me alcanza. ¿Vacas?¿Sardinas?¿Habrá conciencia en semejantes niveles de pensamiento? Más que la nuestra seguro: si pudieran elegir no optarian semejante transporte, pero qué digo, transporte, no, no, es la cámara de gas para ellos, el eterno no-retorno... Ah, pero nosotros también tenemos conciencia, digo, no,pero elegimos esto, tal vez no nos quede otra... que baje en la próxima, que baje en la próxima... bamboleo, traqueteo, noche, oscuridad, la única luz es la del gusano movedizo y alguna que otra luciérnaga empotrada más allá. El resto, silencio oscuro. Falta poco, falta menos. El fuelle del bandoneón. Un gran fuelle humano. Un organismo. Las células del gusano. Cada día soy una celula del gusano. Cada día lo alimento. Soy el gusano, soy el dragón, si, mejor dragón es más fuerte, violento tal vez... ruge también. Somos materia viva de lo inerte. Como lo inerte nos compone a nosotros. Castelar solamente.








... bueno, no es que quiera aburrir al público con la temática, pero estoy falta de inspiración -sigue ne Buzios, nomás- y tenía ganas de postear algo. Este es el único texto "literario" que tengo terminado (lo posteado fue o creado acá en el blog, o para el famoso concurso, o el diario... ). Espero levantarme mañana con ganas de escribir algo más original...

Saludetes!

viernes, 4 de abril de 2008

Hoy le toca a un Proyecto

Hoy el post puede ser más interesante para unos y muy aburrido para la mayoría. Igual, el texto es un poco gracioso, pero por las dudas advierto...

Se trata de un texto que escribí para el diario de La Escuelita (proyecto de apoyo escolar que se dicta los sábados en Barrio Marina, zona oeste, desde hace mas o menos 12 años, al que le interese puede pedir más datos tales como funadmentación del trabajo, biografía, cronograma actual de actividades), denominado PROTOPOS, que todavía no salió...

En este texto se explica el nombre del diario y un par de cositas más.

Acá va:

Protópolos y la filosofía del espacio:
¿Por qué el diario se llama como se llama? ¿Eh?

Seguramente no hayan entendido de dónde salió nombre tan extraño. Tal vez, alguno muy, muy entendido de historia y filosofía antigua lo haya podido sacar, pero, honestamente, lo dudamos.
Protópolos (del gr. Protopoloz*, s.V. a.C. aprox.): filósofo griego presocrático, probablemente originario de Tirinto. Esa es la entrada de diccionario que se puede encontrar acerca de este ilustre pero desconocido filósofo. Muchos más datos acerca de él no tenemos. Y sin embargo, gracias a la mente de este ser ¿real, ficticio? nuestro diario tiene nombre. Como muchos filósofos, Protópolos pasaba largas horas meditado acerca del conocimiento. Era una cuestión que le inquietaba muchísimo. Pero como pronto se dio cuenta de que el conocimiento está basado en la percepción (o al menos esto es lo que él opina), dejó lo del conocimiento de lado para dedicarse al asunto de la percepción. Pero cuando estaba en plena meditación de estos temas, cuenta en uno de sus escritos – Frag. V, 324 a. -, se dio cuenta de que al pensar, él, como ser material, se ubicaba en un lugar concreto, pero su mente se ubicaba en otro. Es más: afirmaba que un individuo no es el mismo de siempre en distintos lugares porque el espacio y la predisposición que uno tiene en ese momento modifican el ser. En definitiva, lo que diferencia es el “espacio espacial” (ej.: un aula) del “espacio mental ” que yo configuro en mi cabeza (ej.: estoy en el aula en la clase de matemáticas, pero en mi cabeza recuerdo el pancho que me clavé el domingo en la plaza con Robertino). Es decir, ¿estoy realmente donde estoy? ¿hasta qué punto es relevante el “espacio espacial” por sobre el “espacio mental”? . O sea, recapitulamos porque esto se complica: el espacio me determina en tanto ser físico, pero yo determino al espacio en tanto ser pensante. (Paréntesis para el que le interese: esta teoría, aunque no muy conocida, es probable, afirman, que haya influido en grandes pensadores, como es el caso del filósofo francés Henry Bergson, quien distingue el tiempo cronológico medido físicamente, y el tiempo subjetivo, ese que pasa taaaaaaannn lento cuando uno se aburre y taaaaannn rápido cuando la pasamos bárbaro por ejemplo leyendo este diario).
Y así es como surge la idea de llamar a este diario Protopos: pro- a favor de- y topos – espacio, en griego- , haciendo un juego de palabras entre este término inventado y el nombre de nuestro filósofo. Pero, ¿por queeeeeeeeeeee? Porque cada sábado, todas esas cabezas pensando y haciendo cosas está configurando un espacio dado: La Escuelita va más allá de la escuela física nº 48; es ese espacio mental lleno de ideas y de ganas de aprender, y es una configuración de la realidad (pequeñita, diminuta, granito de arena, pero no se ve todos los dias un pibe yendo a la escuela un sábado, ¡diganme si eso no es configurar la realidad!). Con la cabeza, como decía Protópolos, terminamos cambiando lo material, ese espacio nuevo que sin las actividades que se realizan, no sería lo mismo.
Aunque a veces Protópolos llega a contradecirse, vamos a desarrollar en los siguientes números alguna pequeña parte de sus ideas (que están registrados en un libro inconseguible llamado “Fragmentos”, porque son pensamientos suyos sueltos, incompletos ) porque este autor, que oscila entre el absurdo y la genialidad, merece ser ampliamente desarrollado. Por eso… ¡no se lo pierdan!




*esto estaba en caracteres griegos originales, pero al pasarlo del Word al Blog se configuró así... si lo pasan al word, lo pintan, y eligen la letra Symbol, van a poder apreciar la grafía original.

jueves, 3 de abril de 2008

Algunas impresiones acerca del arte

A propósito del famoso tema del pobre perro que cierto artísta había decidio atar y dejar morir de hambre, como prueba de su genio, en cierta clase de Estética surgió el debate acerca de los límites del arte. La profesora comentó esta cuestión del perro, porque al parecer el pobre bicho nunca murió, sino que todo -el amarillismo barato del pobre animal, las cadenas de mail, las firmas para que semejante atrocidad no se repitiera - fue ideado por el artista en cuestión, porque, al parecer, había sucedido (¿dónde?¿cómo?¿cuándo?) un hecho atroz en el cual un inmigrante había sido atacado y asesinado por un perro frente a unos policías que en un acto de discriminación no intervinieron en el asunto, y la idea era denunciar la indignación de la gente cuando se trata de un simple perro en contraposición a la indiferencia cuando se trata de una persona. Supuestamente el perro no murió, sino que fue todo -las cadenas de mails, las firmas, etc.- armado por el mismo artista para ver hasta dónde llegaba la polémica.

Supongamos que esto efectivamente sucedió así, cosa que dudo ya que no encuentro información en internet, pero tampoco soy garante de nada. Sigo sin ver un hecho estético. Sigo sin poder llamar a esto Arte. Ni de denuncia ni de nada. No sé. Si bien no tengo definidos parámetros específicos para poder decir con certeza qué considero arte y qué no, definitivamente atar a un perro -lo mates de hambre o le compre dog chaw y lo pongas en una cuna- no puede nunca equipararse a una escultura, una pintura o una poesía por más mediocres que pudieran ser. Tomando la teoría de la denuncia, podría alguien decir que el arte reside en el hecho de demostrar esa famosa indignación de la gente por el perro mientras hay niños que se mueren de hambre BLA BLA BLA, y entonces esa denuncia podría ser tenida en cuenta como ese elemento que trasciende, que va mas allá de lo material, y que se encuentra en el arte. Bueno, como diría otra profesora mía, "No, señores". A ver. Ni todo arte tiene que necesariamente hacer denuncia ni toda denuncia es arte. Es cosa obvia lo que digo, pero me parece interesante ahondar en esto. Creo que la famosa denuncia debe ser consecuencia de un largo proceso, de un trabajo con el material en cuestión, de una unión entre la materia y la forma de la que surge eso nuevo que se denomina arte. Cualquiera ata un perro y denuncia, pero no cualquiera hace con las manos algo digno de denominarse Arte. No hay diferencia entre haber armado una instalación (palabra gastada para todo lo que no es soporte clásico como lo son la pintura, el sonido, la palabra, etc.) y pintar un cartelito que diga "No a las pieles de animales".

Lo que pasa es que en el nombre del arte se terminan materializando una serie de banalizaciones que intentan ser profundas y no son más que imágenes cuyo fondo es vacío, negro, cerrado, nulo. Ah pero, es denuncia; entonces es arte. Ah, pero ese chanchito rosa del fondo me quedó divino; entonces es arte. Ah, pero salió en la revista Mondongos; entonces es arte.

Una última consideración: hace unos años leí en la revista eñe acerca de un artista francés, Piero Manzoni, quien realizó una "instalación" (volvemos a la misma palabra) en la cual había apilado una serie de latas en las que decía "Mierda de Artista", en cuyas tapas el autor había firmado, como si efectivamente se tratase de sus heces. Si bien era, evidentemente, una denuncia, y había en ese entonces entendido el por qué, hoy puedo decir que además de entenderlo lo... valoro (no deja de ser caca de un tipo en una lata, no puedo usar otro adjetivo). La idea evidente es la siguiente: yo, artista, literalmente defeco en una lata y la pongo en exhibición, y la gente va a venir a verla y a decir OHHHH, sólo porque soy yo. Yo, artista, tras haberme hecho de un nombre, puedo abusar de mi título porque sé que la gente va a venir a comprar hasta la mismisima m*erd* porque hoy el arte se ha banaliazado hasta ser un objeto de consumo cuyo verdadero valor reside en el status que otorgo, porque el arte, en definitiva, no es para todos.

El tipo este, no tuvo la intención de hacer arte, eso es lo genial, lo que veo ahora. El tipo hizo una denuncia: yo c*go en una lata y pongo mi firma. Ustedes lo hacen arte.


Desde esa perspectiva, no es arte, pero ciertamente es una ironía brillante. Porque encima fue presentado en un museo. Pero en vez de pasar al baño, la gente pasaba a una sala de exposición...

martes, 1 de abril de 2008

¡Desopilante final! Texto para Concurso: Parte II.


La joven, por su parte, no satisfecha con sus cuidados, me seguía diciendo:
-Mirá, vos quedate tranquila, yo estoy con mi novio; cuando lleguemos a Once, yo me quedo con vos mientras él va a buscar un guarda para que te asista, ¿si? Vos quedate tranquila- y mientras ella insistía en que yo mantuviera mi paz interior, yo, que mucha movilidad como para intranquilizarme no tenía, seguía estando a merced de sus cuidados.
Habrían pasado quince minutos cuando el tren paró, y, luego de que bajara toda la gente, subió al vagón un guarda que me ayudó a bajar. Y realmente necesitaba ayuda porque prácticamente no podía moverme de lo débil que estaba. Pasamos los molinetes, y nos dirigimos a una casilla de la cual el guarda extrajo una silla de ruedas, donde depositó el semi-cadáver rescatado que venía a ser yo, mientras llamaba a una ambulancia. Al rato me trajo un vaso de agua en el que diluyó un sobre de azúcar. Al igual que la chica, el guarda me hacía preguntas y me ofrecía cosas:
-¿Te sentís mejor? ¿Querés que te traiga otra cosa? Igual ya viene la ambulancia, vos no te asustes. Qué cosa… ¿Vas a estudiar o a trabajar, ahora? ¿Ah, a trabajar? Ah, tenés tiempo. Bueno, qué suerte. ¿Mejor? ¡Pero si ahora tenés algo de color en esa cara! ¡Claro!, vos debés ser como mi hija, que se levanta a las seis de la mañana y se va a cursar, nomás, así como así, con el estómago vació… Ella cursa ahí en Merlo… Y bueno, como te digo, ella tampoco desayuna y después se anda descomponiendo por ahí. Vos no desayunaste hoy, seguro, ¿o si? Qué cosa, por salir apurado…
Mientras la parte consciente de mí escuchaba el sermón del guarda, apareció un enfermero bastante personaje, gesticulando a cuatro vientos a la par que me tomaba la presión.
-Está baja. Vení, que te llevamos a la ambulancia para ir al hospital Ramos Mejía así te recuperás ahí- y dicho esto, fui trasladada en ambulancia- si, si, con sirena y todo, y acostada en la camilla- al nombrado hospital.
Cuando llegamos, y luego de preguntarme si podía caminar –a todo esto, yo preguntándome si realmente era para tanto…- me depositó –vuelvo a hacer referencia a mi estado cosificado- en una camilla de la guardia, frente a un señor que estaba sentado mirando el mas allá –y que tenía cara de malo-. Para completar el cuadro, en el pasillo había una viejita –muuuy viejita, pobre- que deliraba, y decía en tonos realmente melodramáticos cosas como “auxilio, me tienen encerrada acá, no me dejan salir, auxilio”
-En seguida te atiende un médico, ¿dale? – y divino como llegó, se marchó el personaje inolvidable que me llevó a dar mi primera vuelta en ambulancia con sirena incluida (espero que sea el único acontecimiento ambulatorio de mi vida). Al rato apareció el doctor, que luego de tomarme otra vez la presión, dictaminó: - Te vamos a poner un suero.
- Pero no…- intenté decir que realmente no era necesario, que con un par de medialunas y un café con leche junto a mi librito en un bar estaría como nueva, pero el médico interpretó mi negativa, hablando coloquialmente y sin hacer ninguna alusión despectiva más que a mi misma, como una mariconada de mi parte, diciendo: -Peeeeero no pasa nada- con ese tonito que era mezcla de condescendencia y vergüenza ajena ante semejante pavada. Igual, tan pavota no es esa pavada, porque cuando me enchufó en suero – si, enchufó, con la misma delicadeza con la que uno conecta un lavarropas-, dolió, y posteriores marcas de diámetros descomunales avalan mis palabras…
Así que ahí estaba yo, acostada patas para arriba en una camilla, con un suero en mi brazo, frente a un señor que lo único que hacía era permanecer sentado en su camilla. A todo esto, en esa pseudo-habitación, que quedaba al final del pasillo, había una puerta a la que golpeaban todo el tiempo, como si diese a una parte externa y hubiese gente queriendo entrar todo el tiempo. Muy molesto. Pasó media hora, yo ya no sabía qué hacer, me quería ir, y en un momento me incorporé para ver si el doctor aparecía a liberarme de las garras del inútil suero que no servía para nada – si tan solo hubiesen podido meter el café con las medialunas todo licuado ahí, todavía…- pero el incorporarme solo empeoró las cosas, porque mi sangre empezó a salir por el tubito del suero, y cuando entró un enfermero, el señor cara de malo señaló la pérdida, y el enfermero me retó y me dijo que me acostara. Todo fue muy rápido; no pude decirle que lo único que quería era irme, que ya estaba bien.
-¿Cómo te sentís? A vos te bajó la presión, ¿no?- esta vez era otra doctora, porque había terminado la guardia del anterior. Igual, mucha pregunta pero no me dejó contestarle, porque ahí nomás me puso otro suero.
-Pero yo…- y no me escuchó; enchufó y se fue. A todo esto, yo seguís acostada. Hasta el señor cara de malo pero que no era malo ya se había ido. La puerta seguía recibiendo golpes y llamados que nadie iba a contestar, y la viejita seguía lamentándose, de un modo tan lastimero que uno hubiese pensado que efectivamente la habían atrapado, de no ser porque, entre “auxilios” y “socorros” largó un “che, están golpeando” con un todo tal tranquilo que hasta yo, que estaba lagrimeando –en serio- de la impotencia y de las ganas de irme, no pude evitar reírme.
“Dios, qué bizarrada ”, pensaba. A esta altura ya hacía una hora que estaba en el hospital, sin avisar a nadie porque, para variar, estaba sin crédito. Igual no pensaba llamar a casa para decirle a mamá que estaba en el hospital para que se infarte, si total, solo fue un bajón de presión…
- Bueno, ¿cómo te sentís?- me dijo el enfermero que me había retado antes. Mientras le respondía que estaba bien, él me sacaba el suero.
-Una pregunta… ¿dónde estoy? Sé que esto es el hospital Ramos Mejía, pero ¿cómo hago para llegar hasta Plaza de Mayo?

****************

Una y media del mediodía. Salgo del hospital, tras escuchar las indicaciones del enfermero acerca del colectivo que mejor que dejaba en Plaza de Mayo…y me tomo un taxi.

Llego al trabajo. “Chicas no saben lo que me pasó”, les digo a Flor y a Mariam , mis compañeras de trabajo. La carta de presentación de mi anécdota fue el terrible moretón del antebrazo izquierdo, que tenía un radio de 5 centímetros y que me duró más de dos semanas y pasó por todos los colores del arco iris- lo juro-. Un moretón, como el cielo, a veces puede ser una experiencia plástica maravillosa.

“Pero Julia, andate YA a tu casa, que te sentís mal”, me decía mi jefa. “No gracias, mejor me quedo pancha en el trabajo hasta las ocho, que me viene a buscar mi papá, de lo contrario, ¡otra vez toca Sarmiento!”.