lunes, 29 de septiembre de 2008

Anacronismos y anatopismos

Resulta que tengo que hacer un trabajo para Lit. Inglesa acerca de Shakespeare, y como hay que relacionarlo con el tema "Naturaleza", no se me ocurrió mejor idea que trabajar "Sueño de una noche de verano" , obra que volví a disfrutar, ahora en la facultad, en su versión original (con ayuda por supuesto, es como leer, no sé, el Cid en el original sin notas...). El tema es que a raiz de leer la obra, esta vez teniendo que "analizarla", veo algo obvio que es que Shakespeare está mezclando, por un lado, la cultura griega- con todo el asunto de la boda entre Teseo e Hipólita, que los atenienses, que las vestales, etc, pero por el otro, tenemos en el bosque una sarta de criaturas celtas tales como hadas, faunos, etc. O sea que está ubicando en un mismo lugar dos culturas que no tuvieron contacto sino en la mente del dramaturgo.
Pensando en el concepto de anacronismo, pensé que a lo mejor existiría una palabra que significara lo mismo, pero que en vez de ser una alteración en el orden del tiempo, fuese una alteración en el orden del espacio. Tratando de reconstruir esa palabra, se me había ocurrido que a lo mejor existiría, y en ese caso estaríamos hablando de un anatopismo (tópos en griego, creo que este pobre blog ya lo ha repetido con anterioridad, es "lugar")... Es decir, el concepto remitiría, entonces, a una imposibilidad que ya no se da en el orden del tiempo, sino del espacio. Un anacronismo es -RAE de más, RAE de menos- un hecho que no puede haber ocurrido en ese determinado período temporal. Un anatopismo, un hecho que no puede haber ocurrido en ese lugar. Como las hadas y los faunos, de Shakespeare (porque habla de hadas, no de ninfas, que podrían llegar a asemejárseles).*
Bueno, ¿saben qué? para la RAE esa palabra no existe. A lo mejor hay un concepto similar que no conozco, o incluso obvio que no recuerdo...
Asi que, y hasta que alguien venga y me diga: mirá, esa palabra ya está, pero la etimología no es griega, sino que es latina /china/ indoeuropea/ sarasa-sasa, o bien me remplacen mi concepto por algo mas simple y cotidiando, declaro este neologismo como... bueno, como eso, como un neologismo, como una nueva herramienta de pensamiento para referirse a lo antedicho.
Por lo tanto, hay una nueva palabra más entre las millares de millares con las que contamos gracias a nuestro maravilloso y prolífero castellano... ¡a usarla!
*Por supuesto sabemos que el señor padre de obras maravillosas como Macbeth no cayó en un error ni mucho menos. Nadie duda de las intenciones poéticas de mezclar elementos. Sabemos que el Willie sabía muy bien lo que hacía...

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Más acerca de la Escuelita...




Bueno... para los habitués del Blog alguna vez habrán leido acerca de La Escuelita, un proyecto social de apoyo escolar que se inició hace 14 años en Barrio Marina (Zona Oeste), que empezó como parte de un Centro de Estudiantes de mi colegio y que hace rato cobró vida propia. Hoy participa mucha gente de varios colegios de la zona, y padres y ex-alumnos... Les dejo un texto que alguna vez fue escrito con motivo de reflexionar un poco acerca del laburo de cada sábado...


Educación. es, fundamentalmente, lo que se intenta cada sábado en la Escuelita. Dinámica educativa. Es lo que se consigue. O, al menos, yo me siento dentro de una estructura móvil que está lejos de conformar el viejo esquema profesor-alumno. En esta dinámica funciona el ida-y-vuelta del conocimento. En otras palabras: yo, por mi parte, la primera vez en mi vida que supe algo de las Invasiones Inglesas, fue en La Escuelita. Y eso que pasé por un buen colegio secundario, y padecí un CBC (y con ello la materia Sociedad y Estado), pero, lamentablemente, la educación argentina está llena de baches. Llena en todos los niveles y por diferentes motivos. Además, claro, de la información que uno desecha voluntariamente, en mi caso: logaritmos, las tablas del 6 al 8 (las demás, de taquito), Biología, tooooodo Física y Química, absolutamente tooodo Contabilidad... Asi que, que, en definitiva, uno cuenta con dos grandes huecos en su educación: el hueco del que es responsable el Sistema Educativo de turno, y el que cada uno se forma cuando algo no le interesa (totalmente lógico). Bueno, el caso es que, en La Escuelita, a veces no nos queda otra que tratar de cubrir esos baches; en algunos casos es cuestión de leer la fotocopia, traducirsela a los chicos, y de paso uno logra enterarse de cómo funciona el aparato digestivo. Lo complicado surge cuando aparece algo que nos es totalmente ajeno (en mi caso, ver lista más arriba). Acá es donde empieza la dinámica: intentamos entenderlo ( no hay caso...), vemos si algún compañerito lo sabe ( están en bavia, no son del mismo curso, no tiene la carpeta, pibe volvé a tu aula que esto es noveno, etc...), buscamos algún libro de la biblioteca (el más moderno data del '82 y no son capaces de ponerle un mísero grafico, una cara feliz, un color, ¡algo didáctico, por el amor de Dios, Alá, Buda o los dioses paganos!), vemos si otro profe se acuerda... Es decir, hay un constante movimiento del que a veces salimos triunfantes - y el chico se lleva la tarea hecha-, y otras veces... bueno, o lo vemos la próxima o los mandamos a que pregunten en el colegio. Pero insisto: más allá del hecho de resolver o no determinada consigna, es interesante el Cómo. Porque en el tránsito a la respuesta está el aprendizaje y el crecimiento. No solo aprenden los chicos, no solo se enseñan conocimientos académicos. Se aprende a razonar, a pensar, a pedir, a esperar, a agradecer, a poder, a acercarse, a entender, a disfrutar el conocer... Tal vez en una mañana haya aprendido más yo el propio pibe. Tal vez ambos nos hayamos deleitado conociendo más acerca de lo que sea. O tal vez nos hayamos embolado y no hayamos podido encontrar el camino a la respuesta. Pero lo lindo es eso. Sin dar la respuesta servida en bandeja, sin dictarla mecánicamente, es haber enseñado y aprendido a razonar o morir en el intento; es haber caminado juntos.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Memoria del Camino




En el año 2004 mis viejos hicieron un viaje a España, concretamente al norte, a hacer el Camino de Santiago, una peregrinación en la que ellos caminaron 500 km con 60 años a cuestas cada uno- que no me parece un dato menor, considerando lo que me agito al subir los 3 pisos de la facu, al ir a la oficina donde trabajo. Ellos de casualidad, en otro viaje, hicieron un pedacito de Camino en el 2001 y quedaron fascinados. Y ahorraron. Y se fueron. Con una mochilita cada uno, meses de entrenamiento caminístico, un itinerario meticuloso como solo Ali sabe hacerlos, y las ganas... por sobre todas las cosas las ganas. Y el llamado.

Porque, obviamente, el Camino de Santiago es una peregrinación religiosa, por supuesto. Y si bien hay gente que hace el Camino por cuestiones culturales o incluso deportivas, el fin principal es, fue, y será llegar al apóstol, llegar a Santiago. Con todo lo que eso pueda implicar, que no voy a describir acá, porque creo que es lindo leer el libro.

Pero, para el que no crea en nada o en Nadie, para el que crea pero se desligue de todo culto, o para el que simplemente guste de leer un libro, también puede encontrar lindas razones para leer el libro. Es un texto hermoso porque es de lectura muy ágil. Realmente es muy agradable ir leyendo las peripecias de estos dos personajes en los que se convirtieron mis viejos, ver cómo viven del modo en que hace mil años viveron vaya uno a saber cuántos tipos, nada más ni nada menos que para llegar al mismo lugar al que ellos llegaron.

Se produce un extrañamiento en el lector, que tiene que ubicarse durante treinta días con Mimi y Alicia en un modo de vida totalmente desconocido para nosotros, que vivimos presos del tiempo y la ciudad. Porque son treinta días de vivir entre la naturaleza y de dormir en monasterios o en hospedajes específicos para peregrinos- que no tiene demasiado que ver con el turismo al que estamos acostumbrados-.

Además, están los personajes que se van sucediendo, yuxtaponiendo y cruzando, que van siendo denominados de formas muy precisas y graciosas. La nomenclatura en un don que quedó en la familia y que es muy común por nuestro pagos; es lindo leerlo en el libro y enterarse de quién es la francesa jijijí, el legionario, las viejas Salinas, etc.

Pero además, están las reflexiones que se van suscitando a lo largo del Camino, que lejos -lejísimos- de ser pedantes y/o aburridas, son breves, precisas, interesantes, agradables, y siempre dejan pensando. Son un disparador a la propia reflexión del lector. Son producto de la lectura de toda una vida -una minúscula parte de la lectura de toda una vida-.

Es que el libro, como el camino, tiene una lectura cultural, o religiosa*, mas allá del fin específico y verdadero. Y vale la pena.

Asi que los invito a abrir sus mentes y leer algo distinto, realmente disfrutable (y como, dije en un mail que envié publicitando el texto, siempre dejando cuestiones edípicas aparte: ES un gran libro).

Gracias una vez más por la simple atención, al que se encuentre interesado en comprar este bello libro por la módica suma de $30 le ruego me escriba a sierra.ju@gmail.com

Che, es en serio lo de la venta, ¡eh!

Ahora sí, la próxima prometo no vender nada más.

Saludetes a todos.

*si quieren agregar la "lectura deportiva", para seguir con las tres modalidades de Camino, propongo una maratón para ver cuál de los lectores lo lee más rápido.

martes, 9 de septiembre de 2008

Hormiga

Y se pasó agosto y no pude subir nada nuevo... trágico. Sí, sí. Demasiada cosa. No podía ser de otro modo.

Asi que hoy dejo simplemente una hormiga, como para dar cuenta de mi existencia, y de que proximamente subiré algo nuevo -y actualizaré los recomendados...-.

La hormiga de hoy es pensar, a raiz de algo que escuché por ahí, que lo particular de la música es que muere y renace todo el tiempo. En realidad, no es el único arte que hace esto, porque podríamos decir lo mismo de la danza, y en menor medida también del teatro o la literatura. Pero en estos últimos el soporte -el libro, el escrito- sigue siendo muy fuerte como para predicar una desaparición. Bueno, en realidad, con la danza se podría decir que también es muy fuerte esto, ya que el soporte sería el cuerpo humano. En cambio, la música - dejando de lado su escritura, sino pensando su soporte como el sonido mismo-, la música... muere un poquito.

Es refutable, muy refutable. Pero es un lindo pensamiento.

Saludetes!