Hace como cuatro años, charlando con mi viejo me parece que acerca de una nota en la cual se decía que el lenguaje se iba reduciendo a causa del chat y que se yo - a lo que mi viejo respondía que de ningún modo, que es ampliación del lenguaje, que se han creado muchos neologismos hermosos mediante el lenguaje informático, y hablaba de la belleza creadora de la lengua, y yo escuchaba embelezada porque eso también me gusta mucho-, me dió el ejemplo de este libro del escritor británico
Anthony Burgess, hablandome acerca de su particular lenguaje creado a partir del ruso. Por supuesto conocía de nombre la película, pero a partir de ese día me dieron tantas ganas de leerlo que lo saqué de la biblioteca. Y lo leí. y Ví la película. Y después, obviamente, me lo compré. Y los recomendé a todo el mundo (pero con la lectura previa, porque la película omite partes importantes, aunque está muy,muy bien lograda, muy buena).
Y me pareció brillante, por muchas razones. El lenguaje es una de ellas. En el libro, los personajes mezclan el lenguaje original ( el inglés), con el
Nadsat (que es un pastiche formado por palabras rusas y, por lo que leí después, una jerga inglesa, el Cockney). Disfruté mucho leyendo el libro y tratando de descifrar a qué se refería con ciertos términos (cuando pone cosas como "le pegué con la ruca -mano/puño- en la rota -boca- de la que seguían saliendo palabras", es obvio, pero cuando saltaba con cosas descontextualizadas como "debochcas"- o algo asi- tenía que pispear el glosario...).
Otra de las razones es la historia en si: estos pibes violentos que van a romper todo, este capo de la pandilla,
Alex, que es apresado, y con el cual prueban un novedoso método científico de control de las personas, para evitar que se siga viviendo en una sociedad descontrolada...
Bueno, en ese desarrollo del relato, hay un elemento casi imperceptible- por lo menos en la película, a mi entender, si bien no se omite, tampoco se destaca- y se trata de la cuestión del libre albedrío.
( STOP: al que no lo leyó y le gustan las sorpresas, no siga, porque voy de lleno al argumento). Alex es un adolescente cuya diversión consiste en salir con sus amigotes, violar a alguna chica en el camino, enfrentarse con otra pandilla, pegar a algun viejo hasta matarlo, etc. En una de sus andanzas es traicionado por sus amigos y encerrado en la cárcel, donde es víctima de un procedimiento experimental, llamado "Método de Ludovico", que consiste en un tratamiento que tiene como fin que el individuo no pueda físicamente hacer daño (al pensar en lastimar al otro, empieza a sentir náuseas hasta el punto de no poder moverse). El gran planteo ético-moral de todo esto es justamente el hecho de que la capacidad de obrar bien del hombre esté supeditada a este proceso, de modo que la consideración hacia el otro no es más que un proceso artificial... Si hago mal al otro me duele a mí físicamente, asi que, no lo hago más, no por reconocer al OTRO en tanto UNO, sino porque ese OTRO, ese estorbo, no es eliminable porque esto me perjudicaría a mí. Estar mecanizados con el Yo individual de cada uno, sin reconocerse parte de un TODO en el que uno habita; de eso habla Burgess en esta novela.
Y esto en definitiva es lo que estamos viviendo hoy en día, en mayor o menor medida: si prendemos la tele, vemos adolescentes- y no adolescentes, por supuesto- cometiendo mas o menos los mismos delitos, solamente que en vez de palabras rusas como ruca o rota, decimos compact disc, shopping, top, mail, etc. (tal vez Burgess imaginaba una Guerra Fría ganada por Rusia; tal vez si ella fuera la potencia actual hablaríamos hoy mas o menos como Alex, pero todo esto lo digo sobre la base de nada, porque poco conozco sobre el tema y no soy entendida de política). Hay toda una literatura inglesa escrita en los períodos de las guerras (1º y 2º y Rusa, las Civiles, etc.) de la mano de Huxley y su Mundo Feliz, o el mismo Orwell y su 1984. Son relatos distópicos escritos bajo la sombra del horror de la época. Y lo peor es que, en algunos aspectos, se van cumpliendo. Porque, vamos, no me van a decir que los medios de comunicación actuales, todos comprados, que muestran lo que el poder quiere, no son la réplica exacta del Ministerio de la Verdad del amigo Orwell.
Ser fruta mecanizada, ser una auténtica Naranja Mecánica es actuar bajo los mismos parámetros que rigen en estas tres novelas: el automatismo. Y si a mi la gente me mira como si fuera una perfecta idiota cuando pido, en el tren, colectivo y subte, : "Hola, un peso por favor, muchas gracias, chau" con una sonrisa -aunque la caja loca del tren no me deje ver si estoy hablando con alguien o no- mientras que el resto se limite al "un peso " a secas, es porque están totalmente acostumbrados a tratar con la nada. Bueno, con esa nada yo trato todos los días y déjenme decirles que la nada tiene muy buen humor y muy buenos modales y muy buena onda y respeto, sí y solo sí recibe lo mismo. Sí y solo sí se lo reconoce como persona. Y no como fruta. El cambio de distopía a utopía -logicamente imposible pero, paradójicamente, alcanzable en una medida más concreta, más real, con imperfecciones- empieza con algo tan sencillo como eso. Muchas Gracias. Chau.